Mercado de Santa Caterina

El Mercado de Santa Caterina es una plaza de abastos ubicada en el barrio de Sant Pere, Santa Caterina i la Ribera de Barcelona. Construido en 1844 y remodelado en 2005 sobre un antiguo convento, del que heredó el nombre, es el mercado cubierto más antiguo de la ciudad.

Del edificio neoclásico original se conservan la fachada principal y las laterales. La fachada principal está formada por una serie de arcadas de arco de medio punto sobre las que hay una cornisa y una barandilla de balaustres. En el centro está la puerta formada por dos pilastras con capitel dórico, que queda a la altura de la cornisa, que aguantan un alto muro con un arco de medio punto dentro y, encima, un frontón sin decoración.

El edificio del mercado, espacioso y moderno, se construyó en el espacio que anteriormente ocupó el convento de Santa Caterina, del cual adoptó el nombre. Con la postguerra, Santa Caterina se convirtió en el centro de provisiones para la población de las ciudades que rodeaban Barcelona; gente de Sant Adrià, Santa Coloma o Mataró bajaban con el tranvía hasta el barrio para comprar en este mercado durante los tiempos de escasez. Hoy acercarnos aún merece la pena: la modernidad nos recibe desde fuera y nos da paso a un interior con un mercado tradicional con paradas de alimentación y restaurantes que destacan por la calidad de sus productos.

Mercado de Santa Caterina

El mercado forma parte del conjunto de rehabilitaciones que realiza el Instituto de Mercados de Barcelona, dependiente del Ayuntamiento. La propuesta superpone la nueva arquitectura sobre la vieja, las mezcla, y surge con un conglomerado, un híbrido que acentúa la utilidad y es contemporáneo. Se reorganizó la distribución interior del mercado. Hay menos puestos, pero los sistemas de acceso y servicio se racionalizan, la superficie de espacios públicos gana terreno y se comunica con la Avenida Francesc Cambó, importante vena de transición en el barrio,  también rodeada por una densa red de calles estrechas.

Las obras de remodelación dejaron al descubierto importantes restos arquitectónicos del  ábside del monasterio, espacio que  se puede visitar. Del viejo mercado se conservan las puertas de entrada.

El arquitecto Miralles falleció antes de finalizar la construcción de la obra.

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